Agustín Santa Cruz

Agustín Santa Cruz

Nacimiento16 de julio de 1908
Colima, Colima
Muerte29 de abril de 1939 (31 años)
Herber, California, E.U.A
OcupaciónEscritor
Años activoSiglo XIX y primera mitad del siglo XX

A continuación se presenta una brevísima biografía.

La vida tan corta como intensa de Agustín Santa Cruz, comienza un 16 de julio de 1908 en la ciudad de Colima, Colima, y finaliza un 29 de abril de 1939 en Herber, California, a causa de un accidente automovilístico. Con obras destacadas de poesía como La canción de la lluvia, Se va quedando sola la noche y La inquietud de la duda, y relatos como La mañana y La espera.

Prólogo extraído de Agustín Santa Cruz: Obra reunida (2008).

Fuente: Santa Cruz, A. (2008). Agustín Santa Cruz: Obra reunida (2008). Colima: Universidad de Colima. Edición y prólogo de Ada Aurora Sánchez & Marco Jáuregi.

Agustín Santa Cruz

La canción de la lluvia

Soñé que eras alegre, como acompañamiento de guitarra.

La tristeza te besó en la boca.

Muchacha linda, llueve.

El cristal del automóvil es mapa hidrográfico.

Tus ojos se empañaron y tu alma, mía una noche, está limpia como tejado a la lluvia.

Te quiero. Cuando abro los brazos y me tiendo al sol, tú jabonas mi nostalgia. Tu boca muerde, sangra. Estás loca y yo también.

No estamos locos de amor. Nos queremos, pero preferimos herirnos la carne…

Esto es muy lindo. Siendo tú mi novia, o mi carne. Te haría un verso, o simplemente te haría sufrir.

Yo sufro. Con dulce sensación de vuelo de hamaca.

Muchacha mía, estos renglones los leerás en la tarde, cuando los arroyos en la calle lleven barcos de papel. Te harán gozar, porque tu alma es mía, ahora, mañana, ayer y siempre. Recuerda que te hice sangre en los labios y te dije, que no lo olvidarías.

Si te preguntan: -¿Te quiere?… Diles: -¡No! Soy suya, es mío. No nos queremos, sólo aprendimos a besarnos en las tardes de lluvia y tendernos al sol al día siguiente. Somos bestias. Ella huele a vainilla y le gusta gritar. Árboles, sol, lluvia y correr abrazados. Muchacha fiera, muérdeme en la mejilla. Si nos vieran, me subiría a una barda, blanca y roja, como anuncio de lejos, para gritar: ¡Sus senos son palomas y mis manos jaulas! ¿Y qué?…

¡No saben qué blancos son tus dientes! ¡Largo de aquí! ¡No somos amantes! Nos gusta beber la lluvia en las hojas de los árboles… Entonces te abrazaré y echaremos a correr. La lluvia nos empapará los cabellos y cantaremos una linda canción.

Imagen tomada de internet

-Agustín Santa cruz

Texto extraído de Agustín Santa Cruz: Obra reunida (2008). Edición y prólogo de Ada Aurora Sánchez,Marco Jáuregi.

Santa Cruz, A. (2008). Agustín Santa Cruz: Obra reunida (2008). Colima: Universidad de Colima. Edición y prólogo de Ada Aurora Sánchez & Marco Jáuregi.

Salvador Márquez Gileta

Reseña: España, la calle

La creación literaria local es un tema importante para poner sobre la mesa, conocer lo que hacen quienes habitan y pertenecen a Colima es fundamental, es importante para preservar la obra de quienes crean que se hable de lo que hace. En ocasiones mantener la conversación sobre un colimense será inevitable por los temas que atravesó en sus publicaciones, que cómo es costumbre para poner sobre la mesa rompen la estructura tradicional y persiguen temas que ponen el dedo en la llaga de la doble moral y la tradición de un pueblo conservador, es el caso de la novela que reseñamos esta semana, se trata de España, la calle de Salvador Márquez Gileta

Salvador Márquez Gileta nació el 24 de diciembre de 1947 en Colima. Estudió psicología en la UNAM. Fungió como coordinador adjunto de un taller literario que impartió el poeta Óscar Oliva en la Casa de la Cultura de Colima, y participó en el taller libre que impartió Juan José Arreola en la UNAM, no obstante, se asumía como un escritor autodidacta: “Yo me he hecho por mí mismo, a través de mis lecturas, del ejercicio constante del oficio de escribir, pienso que la carrera de letras puede ser una gran ayuda, te puede facilitar un poco el camino, pero también se puede llegar a la literatura por otros medios: yo llegué a través de la psicología, porque creí que me iba a apoyar mucho en la psicología de los personajes”. Colaboró en algunos suplementos culturales locales como Palapa y Ágora del Diario de Colima. Su primera novela fue la Pasión de la señorita Clara Rivas en 1987, España la Calle en 1995 y de forma póstuma La Más Exquisita Agonía en el año 2000. Así como los cuentos Nuestra Señora del Tivoli.  Falleció el 19 de junio de 1998 en Villa de Álvarez.

Los temas que fueron el objeto de interés de Chava Márquez (como le decían habitualmente) tuvieron que ver con la homosexualidad, como asumirse gay en una sociedad conservadora y doble moral, el retrato de Colima y sus calles es evidente sobre todo en España, la calle que nos remite a calles del centro, cantinas y referencias que no escapan de la geografía local que llevamos grabada quiénes habitamos en este lugar, aun cuando los años transcurridos son bastantes.

La época en que se desarrolla la novela va de 1950 y 1985 y comienza con la infancia de Leonardo Sandoval Rivas un niño bien de familia acomodada que desde pequeño se asume con una identidad inclinada hacia lo femenino y con una clara atracción hacia personas de su mismo sexo, asumida como la Chula Linda y la Súper Niña que nos adentra en un lenguaje erótico y algunas veces soez a su mundo oculto del juicio familiar que reprueba categóricamente esas inclinaciones, su madre Clara y su padre Jacinto no comprenden toda esta manifestación torcida y se decepcionan al saber que su hijo no llegará a contraer matrimonio y mantener la estirpe con hijos.

También pasaremos por la adolescencia y su internamiento con militares estadounidenses dónde es maltratado y rescatado por su familia. Veremos a la familia cambiar cuando su madre fallece, y seremos testigos de la llegada del amor con Galilo un joven de apariencia masculina que ofrece su cuerpo a quien puede pagarle y que en una libreta plasma sus encuentros con notas como: paga, no paga y dónde convierte a números a sus amantes.

Al principio la presencia de Galilo se presenta como intermitente pero Leonardo entregará su corazón y después la historia dará un giro que los llevará a mantener un vínculo cercano, siempre intenso, violento al extremo.

Mientras Márquez Gileta recorre Colima por medio de sus personajes, encontraremos el comportamiento de la sociedad de entonces, rituales sociales, jerarquías, tabúes y cómo percibe la sociedad de Colima a los homosexuales de ese tiempo, “No es casualidad que haya iglesias y que éstas aparezcan cerca de los hoteles de paso”

En la novela encontramos numerosas referencias a lo sagrado y lo profano, este cruce entre las figuras religiosas y lo erótico: ángeles que atraen por su desnudez oculta y lo que podrían esconder entre las piernas. Las metáforas también hacen su aparición, hay numerosas referencias a otras culturas como la griega, hay referencias a música y deportes como el fútbol asumido en la esfera de la masculinidad en su máxima expresión y encontramos también expresiones muy ricas, regionalismos y lenguaje subversivo: leperadas, albures, que dan una carga de humor y ligereza a la novela.

La burla, la sátira también aunado a todo lo anterior, carga a la obra de un tono de protesta sútil pero firme, una manera de narrar destacable y un manejo sumamente rico del lenguaje hacen de Chava Márquez una referencia imprescindible de este tipo de literatura, influido como el mencionaría en algunas ocasiones por Luis Zapata y su Vampiro de la colonia Roma.

Este año se cumplieron 20 años del fallecimiento de Salvador Márquez Gileta y se le realizan homenajes y mesas de diálogo dónde se comparte sobre su obra. España, la calle fue reeditada por Puerta Abierta Editores lo que provoca que sea una obra de acceso relativamente fácil, esperaríamos también eso se logre con sus otras novelas, porque la vigencia de lo que retrata no se pierde y porque atreverse a hacer una radiografía de la sociedad y su diversidad es un ejercicio que debemos retomar de forma constante. Cerramos con un fragmento:

“¿Cambiar a la Chula Linda? Solicita ese mambo de Pérez Prado por acompañamiento. Música que le da sex-appeal, como se dice ahora: ñañaras en el vientre, camina en la pasarela, coronita de brillantes, cetro. Primera en lucir el indecente bikini en la Comarca. Con sus quince años, sonriendo a los bultos, a las sombras tras los reflectores que, seguramente, son la Janis, Lulú, La Espinita y tantas otras. Leonardo Sandoval y Rivas “Señorita Colima 1962”, del brazo de Guillermo Lugo, hijo del gobernador (…) «.

Texto extraído del sitio web Universo 94.9, La radio de la Universidad de Colima. Enlace del sitio web:

RESEÑA ESPAÑA, LA CALLE



Imagen tomada de internet

Universo 94.9, La radio de la Universidad de Colima . (2018). Reseña España, la calle. Fecha de recuperación: 11 marzo 2019, de Salvador Márquez Gileta Sitio web: https://universoradio.ucol.mx/index.php/2018/10/19/resena-espana-la-calle/

Salvador Márquez Gileta

España, la calle, primera novela gay de Colima: Experta

En esta ocasión compartimos el enlace de un breve pero interesante artículo sobre nuestro sexto y último personaje histórico, deseando complementar los espacios vacíos que aún tenemos sobre ciertos aspectos de su vida, así como de su obra.

¡Que lo disfrutes!

https://elcomentario.ucol.mx/espana-la-calle-primera-novela-gay-de-colima-experta/

Imagen tomada del sitio web PuertAbierta Editores

Dirección General de la Prensa de la U de C. (2018). España, la calle, primera novela gay de Colima: Experta. Fecha de recuperación: 11 marzo 2019, de Salvador Márquez Gileta Sitio web: https://elcomentario.ucol.mx/espana-la-calle-primera-novela-gay-de-colima-experta/

Salvador Márquez Gileta

España, la calle

En su segunda novela, Salvador Márquez Gileta crea un cuadro kitsch de la sociedad colimense. A partir de los acontecimientos de la calle España, el autor disecciona todos sus estratos sociales y sus instituciones. Mordaz, crítico, sarcástico, el ojo del narrador todo lo ve: la moral del clérigo, las preferencias sexuales de la gente bien, los sueños de las capas medias, los deseos de los intelectuales, la policía semper fidelis a su verdadera vocación, los lavaderos de agua sucia.

España, la calle es una novela de un ritmo vertiginoso, hecha sin concesiones, con alta dosis de ironía, sin moralina y con pasión. Los ambientes sórdidos, de lujuria, de placer, que el autor hace habitar al lector a lo largo de su relato son la mejor demostración de su calidad narrativa, así como el manejo de los diálogos y la psicología de sus personajes; sin embargo, la esencia de su historia la convierte en una obra entrañable.

Fotografía tomada de internet

Presentación a cargo de Carlos López.

Márquez Gileta, S. (1995). España, la calle. Colima, México: PuertAbierta Editores.

Salvador Márquez Gileta

Salvador Márquez Gileta

Nacimiento24 de diciembre de 2947
Guadalajara, Jalisco
OcupaciónNarrador y Escritor
Años activoSiglo XIX y primera mitad del siglo XX

A continuación se presenta una brevísima biografía.

Salvador Márquez gileta, narrador, nació el 24 de diciembre de 1947 en Colima. Ha colaborado en El Independiente, Cómo hacer mejor, Palapa y Ágora, suplemento cultural del Diario de Colima. Publicó La Pasión de la señorita Clara Rivas en 1987.

Fuente: Enciclopedia de la Literatura en México. Sitio web: http://www.elem.mx/autor/datos/125008

Florentino González

Artículo de opinión: Florentino González y Las vacas de Dios

Uno de los rasgos interiores que pudiera sacarse a flote ahora de Florentino González, sería la humildad. Otro más, y que lo cargó con sobrada dignidad hasta sus últimos días, fue su mote: La Lulú, quien nació en el expueblo blanco de América, Comala, en 1936. Cocinero, gourmet y, siendo sexagenario, escritor… no de esos de oficio, pero sí aficionado con la necesidad de expresión para contarnos parciales acontecimientos de su vida, escabrosa para algunos, enternecedora para otros.
    La Lulú nunca aspiró a ganar ningún premio de literatura. El máximo sueño era ver publicado su primer —que fue su único— libro. Finalmente, en diciembre de 1996, en la desaparecida librería Hermes, se presentó su aspiración más importante como escritor que le daba cabida en el gremio de los literatos colimenses con obra publicada. El libro en cuestión, una serie de cuentos impreso en la ciudad de México por la Editorial Praxis: Las vacas de Dios. Tres meses después de la presentación, Florentino González fue enterrado en el viejo panteón de Villa de Álvarez.

Sólo él para saber desde cuándo se convierte en escritor. Al fin de cuentas, terminó siéndolo. Calladamente, sin muchas lecturas y por supuesto sin la ayuda de ningún taller literario, se va forjando un narrador nato, un creador humilde —en el estricto sentido de la palabra, quiero decir escasos recursos económicos—, pero con una riqueza notable de cuentista. Su literatura (Las vacas de Dios) es el equivalente a un fresco de la pintura realista. La memoria de niño se le quedó anclada para siempre. De ahí la recurrencia infantil y del adolescente Florentino que penetra en la claridad provinciana de sus recuerdos. Visión de su nostalgia rural. Sus historias, que en gran parte son fracciones autobiográficas, cargan una sensitiva añoranza, sus figuraciones, el juego del caimán o su propio Unicornio —el fantástico deseo y tentación de La Lulú— y aquel hermoso «Esplendor de los naranjos».
    Florentino era un hombre de presencia frágil; bajito, similar a si fuera un equilibrista chino. Y su calidad humana aparecía segundos después de haberlo conocido, acompañado de una modestia que semejaba ser la prueba de dignificar a una persona que nunca buscara el daño ajeno.
    En reuniones con amigos poetas y gente letrada de Colima, La Lulú jamás hablaba de su literatura. Él sabía que ésta no ameritaba discusión. Al mismo tiempo, siempre intuyó que la literatura se hace escribiéndola, no mediante la enrolladora disquisición de una polémica. Tal vez la ausencia de un sustento teórico le hacía guardar el prudente silencio del que aprende escuchando. Y entonces él prefería hablar de la vida, el amor y la muerta, o sea, de lo que está hecha la literatura. Como Las vacas de Dios, su gran herencia. Su testamento de la vida bajo el itinerario afortunado de su particular biografía, impuesta por la condición humana de un distinguido comalteco.

Texto extraído del sitio Editorial Praxis, a cargo de Alberto Barreto Villalobos. Sitio web: https://www.editorialpraxis.com/index.php/cuento/las-vacas-de-dios-detail

Florentino González

Un gallo canta a la lluvia

El tiempo se aferra en conservar siempre hermoso el viejo camino de barro en el que ayer se escribiera mi historia.

La peonada canta acuclillada a lo largo del corredor atestado por el estiércol del ganado mientras chapotean las goteras en la hacienda. -Como bendición del cielo fue la lluvia- repite emocionado el hijo del patrón a la vez que acomoda en la chitera el almuerzo de tortillas calientitas, frijol y chiles verdes que por el frío temporal «saben a gloria» dice Aureliano. En el otro extremo, con melancolía, canta un gallo que me invita a sentarme, solo, bajo la china, impermeable de palmas.

-Es el hijo del patrón- me notifica Venancio y no hago caso porque, al fin y al cabo, yo sé mi cuento.

La lluvia se eterniza, no tarda en acercarse Luis Alfonso. A nuestro alrededor los peones hablan con entusiasmo de las siembras, la cosecha…, y Dimas y Silvestre, de sexo. Al principio no me muestro interesado pero, poco a poco, logran introducirme en su diálogo. Dimas, con pícara sonrisa, cuenta a Silvestre: «Todo empezó el día de la procesión del Santo Entierro. Mariana repartía el agua entre la gente y yo la traía en los ojos desde que salimos del pueblo. Descansamos en el arroyo de Las Ánimas y allí se dió nuestro primer encuentro, con maña rocé sus manos y se sonrojó con una risita tímida que decía ‘quiero’. El sol quemaba con inclemencia la tierra que ardía bajo nuestros pies y, entre la multitud, se buscaron nuestras miradas. Habíamos caminado la mitad del ejido cuando cayó la primer agua. El rancho el Centenario nos brindó protección y los patrones nos convidaron arroz con pollo. Mientras unos comían, el resto cantaba y rezaba con devoción. Mariana y yo nos apartamos para salir al patio por donde caen las enredaderas; entonces arreció la tormenta y buscamos refugio en el sitio del maíz, junto a la noria. Mariana tembló entre mis brazos. Luego de besarnos se desató dentro de nuestros cuerpos una tormenta mayor. El maíz estaba frío pero, a medida que nuestros cuerpos desesperados se escondían, sentimos tibio abrigo. Afuera la veleta giraba enloquecida. Besé sus senos, su vientre, su ardiente sexo tantas veces…

El agua corría buscando cauces. Vimos pasar las burbujas. Luego regresamos con el resto de los peregrinos que se disponían a continuar la procesión. El tiempo había caído como el agua y, entre cánticos, abandonamos El Centenario».

Los peones escucharon excitados el jocoso relato. Entre la calma que ha seguido la lluvia revolotean las palomillas de la humedad. -¡Mejor nos vamos a la chingada pos va a seguir lloviendo!- ordena Don Febronio.

Semidesnudos los cuerpos, aún jóvenes, se cubren con las palmas tejidas para volver al pueblo. Luis Alfonso y yo nos disponemos a soltar las yuntas del agostadero. A fuertes gritos arreamos los bueyes mientras la lluvia arrecia. Cerramos el último falsete cuando cae el rayo que asusta a la bestia que montamos y vamos a dar al lodo. Empapados corremos a refugiarnos bajo una parota. Nos desnudamos. A duras penas Luis Alfonso logra hacer fuego.

La noche ha caído, la lluvia cesa y entre el murmullo del viento y los insectos, la creciente de los arroyos rompe el silencio. Cuando el fuego se extingue todo se vuelve negro y, para darnos calor, unimos nuestros cuerpos con la sed pasional que rinde a las montañas, hasta que nos vence el sueño y el hastío.

Al alba nos cubrimos con la ropa húmeda y emprendemos el retorno al pueblo; cabizbajos, taciturnos, avanzamos en la penumbra escuchando rechinar el baro a nuestro paso. De pronto, Luis Alfonso tiende la mano y me dice con voz dulce: «Nadie es culpable». El canto del gallo marca la melancolía que no han podido arrancar los años. Llegamos a Rancho Blanco y montamos la bestia para reanudar el retorno.

¡Llegó la feria! Todavía habita en mi alma algo infantil; mientras Luis Alfonso se embriagaba en la terraza yo paseo en los caballitos. La noche es un soplo que se fuga en las empedradas y oscuras callejuelas por las que regresamos, cantando, a la Villa. Las casas cierran sus zaguanes alcahuetes en los que se arrincona nuestro deseo, y en la cama surge el mismo fuego de aquella noche de lluvia bajo la parota que me obliga a repetir una y otra vez: «Nadie es culpable, nadie es culpable…».

Imagen tomada de internet

Texto extraído del libro Las vacas de Dios (1996), del escritor Florentino González.

González, F. (1996). Las vacas de Dios. Colima: Editorial Praxis.

Florentino González

Las vacas de Dios

Escrito con gran calidad narrativa, este libro revela a un gran escritor. Las tramas donde involucra al lector, los escenarios que describe, las imágenes que crea, el humor que mete en sus diálogos, los olores que uno respira del edén subvertido, la sabrosura del lenguaje de sus personajes, el alejamiento de la construcción de los seres que pueblan su campo narrativo, son algunas de las razones para sustentar tal juicio.

Sin embargo, la más contundente es la del manejo de la realidad. Donde casi todos fallan, González acierta. Sólo la capacidad de abstracción de una mente lúcida y una sensibilidad muy desarrollada pueden obtener tal logro.

Carlos López

Presentación o resumen por Carlos López.

González, F. (1996). Las vacas de Dios. Colima: Editorial Praxis.

Florentino González

Florentino González

Nacimiento16 de octubre de 1936
Colima, Colima
OcupaciónNarrador y Escritor
Años activoSiglo XIX y primera mitad del siglo XX

A continuación se presenta una brevísima biografía del autor Florentino González.

Nacido en Comala, Colima, el 16 de octubre de 1936. Florentino González es un narrador que ha colaborado en el suplemento cultural Ágora del Diario de Colima y en el periódico El Comentario.

González, F. (1996). Las vacas de Dios. Colima: Editorial Praxis.