Con la siguiente prosa titulada «Fosforescencia», terminamos con las obras del autor Sevilla del Río. Te invito a leer
El carro de la luna, como el de la reina Mab, hecho de una sola perla y el más fino oriente, asciende, lento, en un orto cuajado de plata. En el cielo iluminado a glorno muchas estrellas despechadas cierran sus ojos y sólo algunos faros potentes vigilan impasibles con sus pupilas enigmáticas.
-¡Blanca noche de plenilunio! Por tu hilos finísimos, donde se mecen los ensueños, bajan los suspiros sutiles de las vírgenes y el aliento y la fe de los enamorados. La corola narcótica del toloache te ofrece sus matices inviolables, y el mar, blanco igual que tú esta noche, te retrata toda entera con una sonrisa juguetona de niña sin malicia. Oh, esa albura fantástica que tiene el píelago ¿no será la luna que ha bajado a besar las flores de espuma de las playas? ¡Es la fosforecencia! Han exclamado en tono grave esos viejos sabios de ojillos miopes, chochos fatuos, tocados de birrete y antiparras y esclavos sempiternos del magister dixit, los que han hecho creer a las buenas gentes que son luces de fósforo de los microscópicos noctilucos. Pero yo sé el secreto. Un tenue e indiscreto hilo de la luna llevado por la brisa me ha susurrado al oído, “es el velo de nácar que al salir de su concha ha dejado sobre el agua Ceterea”.
Texto extraído de Claro surge el trino. Antología (1988).
Fuente: Del Río, Sevilla, F. (1988). Claro surge el trino. Antología (2008). Colima: Gobierno del Estado de Colima. Edición y presentación de Guillermina Cuevas & Rafael Mesinas. Portada de Alvaro Rivera.